(Relato) Hécate, diosa hechicera y señora de los fantasmas con una historia por contar

En Grecia, Hécate recibía de vez en cuando a Medea, hija de Eetes, para formarla como hechicera, aunque no tenía una escuela de enseñanza al uso. La diosa recibía a quien ella consideraba que tenía las cualidades necesarias para poder aprender las artes oscuras porque no todo el mundo poseía la fuerza interna que requería para practicarla.
  
—Tienes que echar la cantidad justa de cada ingrediente. Si te pasas, la poción podría tener un efecto no deseado y podría perjudicarte a ti también. Y si te quedas corta puede quedar inservible y ponerte en peligro—dijo Hécate mientras se acercaba a la mesa donde estaban los ingredientes—. Por cierto, he corregido tu conjuro en la tablilla. Todavía no tienes el poder de dirigir el hechizo a la persona objetivo cuando lo pronuncias, así que tienes que concretarlo bien si no quieres matar a media humanidad.

—De acuerdo—Medea se mostraba bastante interesada en el aprendizaje que estaba recibiendo.— Estoy muy emocionada por aprender a hacer mi primera poción.

—Esto no es como cocinar, aquí la precisión y la atención es muy importante.—Hécate comenzó a coger los ingredientes para echarlos al caldero uno a uno mientras iba instruyendo a Medea.—La raíz de caricias la usamos para que la poción entre de manera suave en el cuerpo haciendo que lo perciba como algo agradable. El primer síntoma se lo dará el polvo de setas Reishi, que obligará a su mente a recordar sus crímenes una y otra vez de manera compulsiva y sin que pueda pensar en otra cosa. La raíz de mandrágora le mostrará a sus víctimas buscando venganza, persiguiéndole vaya donde vaya sin permitirle descansar. Por último, el veneno de la cola de Tritón le paralizará para que no pueda huir.

—¿Y no morirá?—preguntó Medea extrañada por la mezcla de esos tres ingredientes tan potentes.

—Sí, pero la muerte le llegará de forma natural—Hécate respondió con indiferencia y comenzó a remover los ingredientes del caldero.

—¿Quieres decir que después de pasarlo tan mal con los efectos de la poción esa persona se repondrá y continuará con su vida hasta que algún día cualquiera muera? Pero podría volver a atacar…—Medea mostraba preocupación en su rostro.

—No, tranquila, no volverá a hacer daño a nadie más—Hécate se giró para tranquilizar a la joven.—Una vez que esté paralizado y aterrorizado por los espíritus de sus víctimas, llegará el momento en que su corazón deje de latir. El ataque psicológico sostenido en el tiempo y la falta de posibilidad de huida hará que se eleven los niveles de estrés que producirán un aumento de su ritmo cardíaco hasta que colapse el órgano y muera. La tortura es muy similar a la que este tipo de gente le hacen pasar sus víctimas antes de que fallezcan.

—¿Y por qué dices que muere de forma natural si es la poción la que lo mata?

—Porque son sus propios crímenes los que acaban con la persona. La poción sólo le obliga a enfrentarse a sus consecuencias. —La diosa endureció su rostro.—Si no eres lo suficientemente fuerte para soportarlo, entonces no los cometas.

Tras las palabras de Hécate se hizo un silencio. La diosa terminó de hacer la poción y ordenó a la joven que separara del caldero la cantidad que necesitara.

—Hécate, antes eras conocida por ser protectora de la descendencia y de la entrada a la vida; agraciabas con el don de la elocuencia en asambleas y juicios; concedías la prosperidad material, además de la victoria en juegos deportivos y en la guerra. Y ahora…

—Y ahora me llaman diosa hechicera, señora de los fantasmas y responsable de los estados mentales patológicos—Hécate interrumpió bruscamente a Medea.

—Así es, pero no sé si te molesta.—Medea se mostraba tímida mientras hablaba, como si creyera que no debía de hacer esas preguntas— Quiero decir que primero hablaban bien de ti y ahora hablan mal por lo que haces...No sé, a lo mejor no te gusta.

—Te equivocas, tanto antes como ahora hablan bien de mí. Lo que ha cambiado es quién lo hace y cómo estás interpretando lo que oyes.—La diosa sonreía y se movía con mucha tranquilidad alrededor del altar del santuario mientras hablaba con la joven.—Antes eran las personas de buen corazón las que me rezaban para solicitarme algo o para agradecérmelo. Ahora son los humanos con maldad los que más hablan de mí, los que divulgan mis acciones y poderes. Y lo hacen porque me temen y no me pueden controlar. Ni pueden ni podrán jamás. Así que hacen que otros, es decir, las personas buenas me teman también. Ese es su procedimiento: cuando no pueden controlar a alguien, controlan como le ven los demás. En definitiva, he pasado de ser sólo un apoyo para los buenos a ser también un problema para los malos.

—Pero has cambiado tus funciones, tu trabajo con la humanidad. Lo que haces ahora tiene que ver con la magia negra.

—No, lo que he hecho ha sido ampliar mis competencias laborales. Digamos  que ahora soy “pluriempleada”. Trabajo con el bien y contra el mal.

—Pero te has vuelto una persona oscura y vinculada a las sombras—Medea temía estar diciendo algo inadecuado para una diosa.

—Algún día aprenderás que no se puede combatir el mal con bondad, y que hay que volverse oscura en proporción a la cantidad de gente con maldad que hay y al método que usan para atacar. Sí, me queda bondad, si eso es lo que te preocupa, pero aprendí a dosificarla y a mostrarla a quien se lo merezca de verdad, aunque de momento no interacciono con nadie así para poder sacarla.

—Tuvo que ser horrible tu pasado para haber hecho ese cambio. ¿Qué fue lo que pasó?

— El sentimiento de impotencia, fue lo que pasó. Lo que vuelve al bueno, cruel—respondió Hécate.—Algún día te contaré la historia de mi transformación. 


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