(Relato) El Meteorito


Desde hace algún tiempo, las Moiras estaban notando que el destino de la humanidad estaba cambiando de una forma extraña. La evolución de la tecnología ha conseguido grandes hitos que ayudan a los humanos y a su propio desarrollo, pero también se ha vuelto en su contra para determinadas cosas. Pero ésa es la principal característica del avance tecnológico: si las manos que la manejan carecen de bondad, la destrucción de la humanidad estará cada vez más cerca.

—¡Estos humanos son gilipollas! No se dan cuenta de que buscan darle sentido a la vida con acciones con las que en realidad consiguen quitársela.—dijo Átropo con indiferencia.

—Sí, yo también estoy notando desde hace algún tiempo como hay personas a las que les desaparece el presente continuamente, como si estuviesen dirigidos por alguien desordenado y vacío— apuntó Cloto.—Como si hubieran perdido el libre albedrío.

—Como si la raza humana supiera utilizar eso...—puntualizó Láquesis con un tono algo jocoso—Tienen el poder de ser libres y prefieren ser siervos, tienen la capacidad de crear y deciden destruir, tienen la habilidad de hacer el cambio y prefieren no cambiar nada...Pueden hacer lo que quieran y deciden hacer lo que no quieren. Reconozcámoslo, la creación de nuestros dioses es defectuosa y empieza a sobrar en el planeta.

—Láquesis, la humanidad no sobra, lo que está demás son algunas de sus creaciones. O más bien el descontrol que tienen sobre ellas. Además, te recuerdo que si desaparecen los humanos, desaparecen sus destinos, y con ello nosotras también. Por eso yo, que soy la encargada de cortar el hilo de sus vidas, no debo excederme en mandar almas al Hades. Tiene que haber un equilibrio— Átropo siempre se encargaba de calmar los ánimos de Láquesis cuando ésta se venía arriba generando infortunios a la raza humana.

—El problema es que—interrumpió Láquesis bruscamente—todo lo que habían hecho para poder seguir con sus vidas durante la última epidemia, ya no está. Lo estaban llamando la nueva normalidad, pero hay demasiadas personas que no quieren que las cosas cambien porque significaría perder el control sobre otros. Se suponía que iba a ser un punto de inflexión en el desarrollo humano reduciendo tiempo, dinero y tareas, pero sus vidas están prácticamente como antes de la epidemia.

—No exactamente...— dijo Cloto mientras consultaba el ordenador.— Al parecer, los humanos que se dedican a la tecnología y que, curiosamente,  son los que más dinero tienen, han aprovechado el auge del uso de los dispositivos e internet desde el confinamiento para hacer negocio. Han “mejorado” eso que llaman algoritmo y ahora es quien toma las decisiones por los humanos en vez de ayudarlos.

—Es decir, jaquean nuestro trabajo y les quitan la posibilidad de elegir libremente—concluyó Átropo.

—Pues lo que yo decía, que pueden ser libres y eligen ser siervos—Láquesis estaba bastante molesta porque su tarea era “mover” la suerte de la raza humana, y ese algoritmo estaba haciéndola quedar como una débil. Se sentía ridícula. —¿Y en qué se han basado para hacer esas mejoras?

—Pues con la información de internet—replicó Cloto—,incluyendo redes sociales, rastreadores en las aplicaciones,cookies,etc, han creado herramientas de software con Inteligencia Artificial con las que deciden: si lo que publicas es adecuado o no; si debes ver/leer algo concreto aunque no te importe; si deben darle más publicidad a una información a pesar de que cause comportamientos desadaptativos y falsas creencias; construye y distribuye noticias falsas en cualquier formato reproducible; incluso hace creaciones artísticas que, por cierto, tienen una calidad pésima. Lo que no entiendo es por qué consideran todo esto como mejoras...

—Entonces,—Átropo sonaba inquieta— ahora su Inteligencia Artificial está generando nuevas bases de datos con información que ha ido extrayendo una vez que ha manipulado el comportamiento de los humanos. Pero este ciclo lo seguirá haciendo porque esa tecnología se “alimenta” de eso, bloqueando la posibilidad de nuevos avances en el mundo. Se matarán entre ellos a causa de sus propias creaciones y el consumo de éstas. Los humanos se han vuelto marionetas al servicio de su propia toxicidad.

—Pues eso no es lo único. Parece que lo que se aproxima requiere previamente una fase de acumulación de información y pruebas, así que ahora algunas redes sociales también extraen imágenes de los usuarios para usarlos con su Inteligencia Artificial y detectar posibles incumplimientos de condiciones del uso de la aplicación. Para ello, le han subido las restricciones al algoritmo y ahora cualquier publicación puede ser bloqueada por ser inadecuada, provocando que el usuario se queje para que, posteriormente, la red social la revise y la reactive si procede. Pero lo interesante viene ahora,— Cloto levanta levemente la vista del ordenador para verificar que tiene la atención de su audiencia— con los datos de la queja y los de la imagen ajustan los parámetros de la IA y así tienes a los usuarios a tu servicio y te ahorras un dineral en personal, tiempo, datos y pruebas del software.

—Osea, que para las redes sociales los humanos son empleados no remunerados, sujetos de experimentación y esclavos en su uso—el tono de Láquesis sonaba desesperanzador.

—¡Exacto!—exclamó Cloto— ¿Y sabes cuál es el premio por hacer todo eso? Más características de la aplicación para aumentar la dependencia y permanencia en la red social. Así funciona la Inteligencia Artificial: la creación no bondadosa que va a llevar a la desaparición la raza humana.

— Pues entonces no la llames Inteligencia Artificial—dijo Átropo— llámala Meteorito. 

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