(Relato) CLAROSCURO
Clara se sube al tren y revisa el móvil antes de apagarlo dado que la cobertura es escasa durante el trayecto. Saca un libro de su mochila y gasta el tiempo del viaje leyendo. Mientras lo abre piensa que un libro es el único objeto real y de confianza que no necesita ni batería ni cobertura y que, a pesar de que está a favor de la tecnología, nunca habrá nada que pueda sustituir al papel, incluso si finalmente sólo se pudiera acceder a él en digital. Cuando baja del tren decide encenderlo por si acaso la llaman de algún empleo.
Mientras camina piensa que si estuviera laboralmente ocupada, además de sentirse realizada, el uso del móvil también descendería. A veces se preguntaba cómo gente tan ocupada podía estar tanto tiempo conectada (a no ser que lo use como medio de comunicación laboral). Pero lo cierto es que en la vida real, antes de las redes, mucha gente con empleo ya perdía el tiempo metiéndose en la vida ajena, así que que hoy en día, con o sin internet, mantienen esa costumbre.
Lo de tener trabajo en lo que había estudiado estaba difícil e intuía que había alguien detrás "moviendo los hilos" para poder determinar si trabaja o no, dónde y en que condiciones. Por motivos personales su prioridad era ser económicamente independiente lo antes posible. Por supuesto, tenía que esquivar lo que otros querían que fuese (maestra o profesora de secundaria/FP, entre otros), y tomar distancia de esa "burbuja" que tenía por ciudad natal.
Le habían hablado de las ayudas para autónomos, pero eso era una lotería en la que era muy posible que no te tocara y al final tuvieras que hacer frente pagos durante largo tiempo e incluso perder dinero. Ya se sabe con lo de que no hay presupuesto, o había pero lo han gastado otros antes que tú, o no reúnes todos los requisitos, o hay más gente que tiene más puntos que tú... Una ayuda era éso: te la pueden dar y venirte bien o denegártela y que no te afecte al tener muchos ingresos porque te va bien el negocio. Además, estaba pensando en hacer algo más bien digital pero no se fíaba de cualquiera para hacer algo por su cuenta. Ya había experimentado anteriormente intentar algo sin contactos y sólo consiguió perder dinero.
Además, siempre había alguien (malintencionadamente) que quería que fuera de un lado a otro en coche. Por diversos motivos, Clara había decidido moverse en transporte público, sobre todo en tren. La idea de los bonos es muy buena: viajar gratis al trabajo durante dos años para ahorrar, cuidar el medio ambiente y fomentar el transporte público. Por eso los de siempre no han permitido que ella tuviera un empleo en estos dos años y ahora la promoción estaba a punto de acabarse. Aún así, había renovado la baja temporal de su coche y el año que viene estudiaría hacerle la baja definiva porque Clara no estaba interesada en tener un coche (ni de gastarse un dineral en uno y más sin trabajo) pero sí en la libertad de movimiento y de de decisión.
En su interior, el túnel que llevaba a la esperanza volvía a oscurecerse y se estaba viendo otra vez sin ningún rayito de luz para encontrar una salida. Se puso las gafas de sol, corrigió su postura corporal para erguirse y continuó caminando intentando controlar su tristeza para que no se la notara nadie.
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